La paz
Escrito por editorgeneral el 27 julio, 2022
Decía San Agustín que “La paz es un bien y no se puede desear otro mejor, ni poseer uno más útil” y, con seguridad, se logra cuando la conciencia albergue absoluta tranquilidad, cuando todos cumplan acertadamente con sus deberes, cuando se haya respetado al otro y asumido con plenitud la bondad y el amor. Ahí están, pues, las dificultades para alcanzar una paz definitiva y universal: los odios y los rencores suman actitudes que desconocen la razón y la virtud del Otro, y solo se habla de los defectos y las torpezas, y se desconocen la probidad y la fuerza que acompañan la dignidad del que se ha convertido en enemigo, en objeto de los desplantes y de los resentimientos. Y el corazón late de desesperanza y busca la ofensiva y el desprecio.
En estos tiempos de desafueros y afrentas falta, en principio, una reconciliación con uno mismo, un alto en el camino para, desde lo más profundo de la razón y la inteligencia, presentar el balance de los días vividos, reconocer los inútiles enfrentamientos, con frecuencia producidos por la indolencia, por la envidia, por la intolerancia y la exclusión. Hacer una consideración de las tantas dificultades y las posturas despóticas puede servir para descargar esas antipatías que embargan a los seres humanos y les pudren el corazón para hacerlos de piedra y pasionales. Que la sabiduría no sea óbice para reconocer las faltas que hunden al ser humano en sus más profundos desprecios. Todos están llamados a participar de los cambios y a considerar sus errores para no volverlos a cometer.
Un llamado a los poderosos que construyen su prestigio alrededor del desplante y la exclusión. Fray Luis de León decía que “La paz de los hombres consiste en la concordia de las apetencias y la armonía de las virtudes; tal como si se estableciese un perfecto equilibrio entre todos”. Quizás haya llegado la hora de hacer un alto en el camino… y buscar el abrazo de la reconciliación.
Por Luis Fernando García Núñez