Destrezas

Todo parece más fácil. Este mundo posmoderno pareciera tenerlo todo resuelto. De eso, sin duda, lo han convencido propagandas y cifras y sondeos y comentarios de avezados científicos y, con inusitado fervor, lo dicen millones de seres humanos que, diestros y capaces, manejan con fervor inusitado y diestra precisión cuanto aparato nuevo aparece, precedido de los más insólitos anuncios, de las más calculadas eficiencias, de los más considerados conocimientos, de los precios más elevados del mercado. Son unos pocos minutos y algunas conexiones especiales para que decenas de invitados estén en una reunión y miles puedan oír y participar de los más enredados eventos, de los aplausos, de las consideraciones y, claro está, también de los escándalos y los desparpajos de influenciadores de toda laya y su horda de obcecados seguidores, de las mentiras y las falsas cifras. Los mal llamados bodegueros que unos y otros gobiernan con cierto iracundo cinismo.

Después de la oportunísima pandemia -y de los poderosos encerrar al mundo entero y jugar con sus miedos y sus tribulaciones-, muchos claman por las competencias tecnológicas para conectarse rápido, de las reuniones virtuales, de las respuestas eficientes o de cientos de episodios de analfabetismo mecánico, sin darse cuenta que este planeta es otro, que las guerras se han incrementado, que el hambre y la pobreza han crecido, que los medios –miedos– de comunicación se han infiltrado en las conciencias y se han robado la privacidad y la salud mental, que se han apoderado de lo que antes era de los ciudadanos y no de esas multinacionales del crimen y el odio. Todo está a un clic que nos pone en contacto con una fría máquina, con una cifra, con otro botón, pero nunca con un ser humano con el que se pueda hablar. Dejaron a la humanidad sola y al vaivén de esos poderosos señores de la guerra y el negocio.

Sin duda, el camino de las destrezas enseña que es urgente y necesario que la educación se trasforme: Más lecturas, más historia, más cuadros, más espectáculos callejeros, más competencias, más himnos y más sabiduría. Jonh Milton, el poeta épico inglés, dijo: “La principal sabiduría no es el profundo conocimiento de las cosas remotas, desusadas, obscuras y sutiles, sino el de aquellas que en la vida cotidiana están ante nuestros ojos”. ¡Volver al camino del humanismo!

Por: Luis Fernando García Núñez