Adornos ahora, basura en enero
Escrito por editorgeneral el 26 noviembre, 2024
La crisis ambiental está ahí y los humanos, con escasas excepciones, no están dispuestos a enfrentarla porque supone sacrificios difíciles de asumir. Desde encumbrados dirigentes hasta los más humildes dirigidos, excepto aquellos que tienen una relación armoniosa e inteligente con la pachamama, esa deidad femenina de la mitología andina que representa a la Tierra y la fertilidad. Son pocos los verdaderos defensores, porque desde el descubrimiento intentaron arrinconarlos y declararlos no gratos y estorbosos y propicios para expropiarlos en nombre de Dios y de la civilización. Y así lo hicieron. Sus inmensas propiedades, comunales, fueron objeto de escrituras y documentos que las dividían y entregaban a gentes que venían de lejos, que nunca trabajaron ni consideraron al planeta un sujeto con derechos, y con vida y sentimientos. Desde entonces, las tierras no son de quienes las trabajaban, sino de los poderosos señores de la guerra, venidos del más allá, montados en caballos, armados y codiciosos pecadores, egoístas y engreídos.
Pero no es esa la historia que se va a contar, aunque deriva de ella. Es que los humanos, inteligentes y superiores a todo, no han sabido relacionarse con el planeta, no han sabido vivir en armonía con la fauna y la flora, ni han cuidado el agua y la extraordinaria riqueza que es de todos y no de unas pocas corporaciones y unos multimillonarios. En estos días se ven los estropicios que se cometen y, pese a saberlo, se gastan grandes sumas en adornos, hermosos o no, que en pocas semanas serán toneladas de basura. Durante los días de Navidad y año nuevo el esplendor, la alegría, las luces y la pólvora van sumando desperdicios que luego irán a las cloacas de ciudades y pueblos. Los ríos, muchos de ellos envenedados, y los océanos reciben una buena cantidad de esta suciedad y son los animales y las plantas quienes sufren la pesadilla de este desaforado crecimiento.
Edward Young, poeta inglés, decía que “el ambicioso se cree el hombre más distante de la dependencia y de la esclavitud, siendo así que es entre los hombres el más esclavo. Solo el hombre que nada espera es verdaderamente libre”. La fuerza de esta sencilla sentencia traduce varias enseñanzas, entre ellas “ser feliz, obrar bien y vivir bien son una sola misma cosa”, como decía Aristóteles, y no se requiere de muchos artilugios para alcanzarlo.
Por: Luis Fernando García Núñez