Las compras
Escrito por editorgeneral el 10 diciembre, 2024
Por estos días decenas de personas van por las calles y los centros comerciales, abrumadas y alertas, mirando detenidamente vitrinas y puestos de vendedores, con ansiosas perspectivas de comprar: ¿color, la talla, los acabados, el precio, lo novedoso? Las miradas críticas, las cuentas mentales, el interés del regalado, las dudas…, todo ese especial proceso del comprador y el vendedor, las psicologías de ambos, los dilemas, las mejores propuestas, esas seguridades que exige el cliente y que, con frecuencia, solo sirven para pasar de avezado comprador, aunque los engaños se presentan sin que medie ninguna alarma. Es el encanto de este capitalismo donde el consumo es lo definitivo. Al lado de este ir y venir de los ciudadanos están las dificultades del tránsito, la seguridad, el orden por el que claman unos y otros, trancones y mucho ruido, los afanes y las angustias que colman el espíritu consumista infundido a los humanos que solo pueden existir si compran.
Son días casi infinitos. Son la prueba de que millones de ciudadanos del mundo, compradores impulsivos o no, trabajan semana tras semana para comprar, con frecuencia, cosas inútiles y ser aceptados en ciertos círculos y soñar con una especial distinción de sus amigos y vecinos. ¿Cuántas cosas compradas tienen que ser arrumadas en los cuartos de san Alejo? ¿Cuántas deudas se han convertido en graves problemas? Las tarjetas de crédito desbordadas ¿se vuelven dificultades judiciales? Sin duda, algunas cosas se deben comprar porque son necesarias, pero muchas son desechables porque los productores las hacen así para que en poco tiempo no sirvan y obligar a comprar la nueva versión, estar al día en esos supuestos avances de la ciencia que, a veces, son etéreos engaños en los que millones de personas caen. Con ayuda, claro, de la engañosa publicidad, y del ansia de los clientes, cientos de grandes compañías van, sin ninguna vergüenza, ofreciendo novedades que poco o nada sirven para vivir mejor, y más bien comprometen a la humanidad en ese abismal desgaste que está a punto de acabar con el planeta.
Los compromisos para detener el cambio climático se apagan con las luces que iluminan la Tierra por estos días. Goethe decía “Bueno es en verdad adquirir, pero aún es mucho mejor conservar”. ¡Qué difícil!
Por: Luis Fernando García Núñez