Las mascotas

Ya no son raras. Desde hace años, y desde tiempos inmemoriales, estos pequeños acompañantes hacen parte de muchos hogares y tienen la misma importancia que las personas que conforman las muchas familias que existen. El Diccionario de la Academia dice, en la primera acepción de mascota, que sirven de talismán, que traen buena suerte. Y son animales de toda clase, aunque los más comunes sean los gatos y los perros, pero también hay conejos, tortugas, ratones, micos, pájaros, hámster, peces. Infortunadamente otros que deberían estar en sus hábitats, gozando de la libertad que requieren y de su vida donde les corresponde y son útiles para todos. Y precisamente esa debe ser una campaña para que se respete y se quiera, de verdad, a especies que, por pretenciosas y perversas razones, algunos tienen para ostentar sus rarezas y sus desprecios por la fauna.

Cientos de animales nativos están en peligro de extinción. Los desaforados y desordenados avances de los humanos han ido desplazando a pequeñas y grandes especies, y han convertido sus lugares de morada en nuevas urbanizaciones, en carreteras, en campos de explotación minero-energética, en ciudades y clubes, que deben existir, pero teniendo en cuenta y buscando la forma de no perturbar el desarrollo de esos nativos habitantes en vez de desalojarlos con violencia. Al mismo tiempo, las crisis ambientales que se viven, el cambio climático y los fenómenos, que irán aumentando a medida que los humanos avanzan en sus locas y apasionadas aventuras del cemento y el plástico, y los gases de efecto invernadero, y las basuras tóxicas, y el mercurio, van estrechando las posibilidades de la vida silvestre y la fauna la flora irán desapareciendo y, casi simultáneamente, se verán inviernos devastadores, veranos más calientes, tornados y tormentas, huracanes y ciclones. Y entre las víctimas estarán las mascotas… quizás el fin de esos hermosos talismanes, tan vitales durante el covid.

Aquí, al final, vale la pena citar al inolvidable León Tolstoi quien decía que “Maltratar a los animales es demostrar cobardía e ignorancia”. Y agregar estas palabras del ex primer ministro francés George Clemenceau: “Propagar el amor a los animales y asegurarles protección es una obra de justicia que dignifica y merece ser imitada”.

Por Luis Fernando García Núñez