Los ciudadanos sueñan

Un pequeño emprendimiento. Una idea que se vuelva realidad y tenga alcances suficientes para ser una empresa o pueda explotar las tantas formas que hay de producir a pequeña o mediana escala. En esos afanes del día tras día todos quieren que sus sueños se hagan realidad, que esas búsquedas difíciles alcancen para darle sustento a una persona, a una familia, a una comunidad. Y surgen, entonces, propuestas y aparecen productos que, en realidad, les sirven a quienes los compran. Y esos mercados que se van creando reúnen personas, sobre todo jóvenes, de muchos sitios y se empiezan a conocer propuestas que revelan las capacidades y los talentos que están en todas partes, sin una ayuda conveniente que los impulse, que los promueva y les permita empezar y sostener ese incipiente, pero prometedor negocio. Todos juntos ya no son un pequeño emprendimiento son una sociedad que renueva las formas tradicionales de fortalecer el desarrollo y hacerlo más visible y sostenible.

Muchas son las ventajas de estos procesos si ellas son respaldadas por los ciudadanos y los gobernantes. Es una forma sensata y saludable de trabajar por la sociedad. Casi todas estas ideas buscan el sustento de una o varias familias, y tienen propósitos loables y quieren dignificar al ser humano, a veces tan maltratado y olvidado. Los pequeños ecomercados, los mercados campesinos, los trueques y otras posibilidades ciudadanas de comercio establecen una relación cercana entre quienes cultivan, producen, venden y compran. Esas ideas personales, enfocadas en el bienestar de los clientes, hacen que algunas marcas se impongan y surjan para transformar los entornos y enaltecer a los ciudadanos que han soñado con hacer posibles sus designios.

Está es una de las labores más interesantes que ha desarrollado La Cometa en estos 25 años. Ha estado al lado de quienes emprenden esos trabajos y los ha respaldado desde sus micrófonos y sus presencias, para que tengan una mano amable que destaque en San Gil, en el departamento y el país esas redes que se van tejiendo con tanta paciencia y amor.

Por Luis Fernando García Núñez