SOLIDARIDAD
Escrito por editorgeneral el 14 agosto, 2022
Algunas palabras conmueven. Otras apenas se oyen y se van tan rápido como llegan. Son las palabras. Es su irreductible destino. Se quedan aquellas que gocen del beneplácito humano y puedan recorrer los caminos con la complacencia de quienes las usan. A veces perduran y se quedan por siempre: amar, cantar, llorar, reír, casa, amigo o amiga… y todas tienen una historia que contar y su vida y su trayectoria ganada, a veces en luchas memorables. Esas, y muchas palabras, se confunden con la historia universal. Se hacen memoria de las naciones y de los ciudadanos. Entender los sobresaltos que viven es, de alguna forma, entender el sino del universo. Y un vocablo que se ha ido ganando un puesto especial en el corazón es solidaridad, del que el Diccionario de la Academia apenas dice que es la “adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros”. Un significado desbordado por la realidad como sucede con tantas otras palabras. Tantas que van borrando sus sentidos iniciales para resignificarse, para cambiar su destino semántico.
La solidaridad, por la que hoy claman tantos, tiene afinidad con solidario, es decir “que tiene idéntica participación con otro”, y “se aplica a los sujetos que individual o colectivamente son responsables de alguna cosa”. Viene del griego ólos, uno solo, entero. Pero, a veces, una cosa dicen los diccionarios y otra sucede en la realidad. No han sido capaces los seres de ahondar en el significado de solidaridad porque no sienten, en la hondura de sus almas, ser responsables de los actos de la sociedad, no responden por nada, no quieren que la igualdad sea de deberes y de derechos. Y entonces, quizás, sea necesario volver al significado de igualdad, para reconocer la importancia de ser uno solo, entero y, así, guardar la primicia de un acto mancomunado.
La apropiación de los significados es el acto que transforma a la sociedad porque la simboliza, la representa, la anuncia, la declara, la enuncia, la expone, la manifiesta y la revela. Apropiarse del sentido de las palabras es un acto de justicia y respeto por el Otro.
Por Luis Fernando García Núñez