Un fantasma
Escrito por editorgeneral el 14 abril, 2024
Una fantasma recorre el mundo, el fantasma de la sed. El hombre ha ido acabando con las reservas de agua. Los ríos y los lagos han sido envenenados y las selvas, los bosques y los páramos destruidos. Los mares, generadores de la vida terrestre, están viviendo tiempos difíciles. Cientos de especies han desaparecido o están a punto de desaparecer, las abejas y las mariposas ya no revolotean en los campos, y muchas aves han muerto. No importan los cientos de páginas que todos los días se escriben sobre esta crisis climática, ni las manifestaciones de las juventudes, ni los dramáticos llamados de los pueblos ancestrales para que se cuide esta casa, llamada de todos, ni las normas judiciales… Nada importa. Todos los días cientos de excavadoras y trituradoras, de máquinas movidas por el petróleo y el carbón, siguen destruyendo –dicen edificando– el planeta, aunque parece que, al fin, confiesan que la Tierra arde, que se muere en las manos de avezados científicos, de prodigiosos sabios y de altaneros y avarientos mercaderes.
Estas páginas insistirán hasta el desborde en la urgencia de cazar ese aciago fantasma de la sed. Es un deber, y una urgencia. Hacer los llamados que sean precisos para detener la sed, para mitigar la angustia de los pueblos y promover una nueva mirada de los ciudadanos frente al agua. Es perentorio que todos conozcan esa relación entre la vida y el líquido precioso que tanto se desperdicia, y que se ensucia y se envenena de muchas formas. El agua abunda en este planeta y se encuentra en la atmósfera en forma sólida, líquida y gaseosa y, aunque abunda, es preciso decir que el 97% de ella está en los océanos y los mares y es salada y, por esa razón, solo permite la vida de la flora y la fauna marinas. Entre las muchas funciones que cumplen estas moléculas de oxígeno e hidrógeno, H2O, está la de transportar y distribuir en el cuerpo humano, de los animales y los vegetales los nutrientes esenciales para las células como los minerales, las vitaminas o la glucosa.
En todos los tiempos el agua ha sido la esencia de la vida. En la Biblia, para no ir tan lejos, el agua se asocia íntimamente a la vida física y a la espiritual. La noción de “agua viva” tiene una significativa importancia en las Sagradas Escrituras. ¡Qué hacer!
Por: Luis Fernando García Núñez