Los emprendimientos

Una especie de resurgir de la economía popular recorre el país. Cientos de pequeños comerciantes se están volcando a las plazas y lugares de exposición y ventas para presentar sus productos, y lo están haciendo con la mayor seriedad y mucho entusiasmo. Se oyen nuevas voces y el mercado se empieza a diversificar, quizás como nunca antes había sucedido. Estas nuevas sociedades, la mayoría pequeñas y familiares, promueven la creatividad y la diversificación de productos que son, en verdad, la razón de una nueva y valerosa economía, y se suman a cientos de pequeños comerciantes que con dificultades, pero con mucha entereza y honradez, le imprimen al país una dinámica extraordinaria que podría, al final, llevar a la paz definitiva y enterrar para siempre los odios y las espantosas desigualdades que tienen a Colombia en el primer puesto de la inequidad mundial.

Al mismo tiempo, y por sobre todo, son apuestas que benefician a los ciudadanos y ciudadanas de todas las edades y, al tiempo, señalan nuevos caminos para descarbonizar la vida e imprimirle a la humanidad una nueva oportunidad de caminar por los senderos saludables y mágicos de la vida. Hoy la Tierra soporta una de las peores crisis climáticas de todos los tiempos. Los ríos y las lagunas están envenenados y el aire enrarecido lleva veneno a los pulmones en vez de aire y alegrías. Los informes son apocalípticos, aunque hay todavía, a estas alturas, personas que creen que esos eventos pasarán y la vida seguirá igual. Nada será igual si el agua disminuye, si aumenta el CO_2, si los efectos del gas invernadero crecen, si se envena con insecticidas y plaguicidas el suelo que produce alimentos, si se talan los árboles para que haya más vacas, si se acaba la selva, si se calientan más de lo debido los océanos, si crecen angustiosamente los incendios. ¡Nada será igual!

Los culpables de este magnicidio están ahí. Sus inmensas riquezas no los alcazarán a librar de la sed y del terror del fuego, ni del hambre, ni de la insolación, ni de las enfermedades epidérmicas. Los niños y las niñas morirán y sus estertores serán las últimas fatigas que se oirán en el planeta de los seres más inteligentes. Ya la tierra no ofrecerá, como decía Rabindranath Tagore, las flores como respuesta a los insultos del hombre. ¡Es el fin!

Por: Luis Fernando García Núñez