Armas para la paz
Escrito por La Cometa el 17 octubre, 2023
Poderosos ejércitos se movilizan en todo el mundo para hacer la guerra. Cientos de miles de soldados de todas las condiciones van de un lado a otro a lanzar cohetes, disparar, bombardear, destruir. Como otra pandemia mortal, los poderosos se enfrentan desde sus búnkeres y, sin mediar consecuencias, declaran al mundo objetivo militar y los tanques y los aviones, y los portaviones más grandes, jamás imaginados, van por los mares gastando miles de millones en combustibles fósiles, acabando con la naturaleza y buscando un blanco para destruirlo, haya o no niños y ancianos y mujeres, que ellos son apenas los efectos colaterales de la guerra. Sí, la infamia desatada sobre un planeta que está a punto de sucumbir por los desastres que esos mismos poderosos le infringen con sus ambiciosas exploraciones, con sus estadísticas y sus compromisos con los industriales de la barbarie, con los señores y las señoras de la guerra. Los mismos que infectan los ríos, que contaminan el aire, que destruyen la fauna y la flora. Sí, los mismos que están acabando con el agua.
Y si alguien se opone a sus cálculos, a sus frías cifras, a sus odios desmedidos, a sus vergüenzas criminales entonces van declarando más ofensivas, más bloqueos, más destrucciones, más violencia. Es una carrera desmedida de estos poderosos criminales para conquistar el poder y producir la hecatombe. Sus declaraciones no tienen contemplaciones y los organismos internacionales creados para buscar la paz son gobernados por los mismos que hacen las operaciones militares. Es el desastre que sus codicias y sus orgullosos egos van sembrando por el mundo. En cada lugar de la Tierra hay siempre algún amigo del rencor, algún promotor de la perfidia, algún oportunista que, sin sonrojarse, va incitando con sus declaraciones y sus mentiras, y sus vilezas la intolerancia y el terror. En sus mezquindades infortunadas se hacen pasar por inocentes, por dulces ovejas, por víctimas de la injusticia.
Hoy todas las guerras se pierden. Todas dejan secuelas y tragedias que pueden causar más pesares y hondas divisiones. Así, el mundo asiste impávido a su destrucción, y unos pocos ancianos decrépitos juegan con el destino de la humanidad como si estuvieran en un videojuego. El clamor de los humildes y los desamparados por la guerra es apenas un grito estentóreo que nunca oyen los poderosos.
Por: Luis Fernando García Núñez
Opiniones
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María Eugenia Medina Gaitán / 17 octubre, 2023, (10:08 PM)
Es la triste realidad que estamos viviendo día a día y leyendo lo que sucede a lo lejos sin pensar por un solo momento, que mañana podríamos ser nosotros.