Espíritu navideño
Escrito por editorgeneral el 23 diciembre, 2024
Luces y sombras en estos días que deberían ser los mejores del año, los más sosegados, los más felices, sin tantas dificultades, sin complicaciones y, sobre todo, sin abusos. Pero niños y adultos son víctimas de las triquiñuelas de agentes turísticos, y de personas que aprovechan los afanes y los deseos que durante el año han ido represando en sus mentes las personas que celebran, con entusiasmo, la Navidad y el año nuevo. La pólvora, el plástico y otros espléndidos objetos salen de tiendas y almacenes para adornar el árbol y el pesebre; en algunos lugares es el musgo que está a punto de desarecer del paisaje natural. Y se agregan los licores y los buñuelos, y las natillas y los tamales, deliciosos y llamativos para el paladar humano que degusta, con igual placer, alimentos ricos en vitaminas y en otros elementos que, casi siempre, los médicos y las nutricionistas prohiben con vehemencia inusitada.
En medio del parrandón más grande del año, en pleno jolgorio y con una audiencia casi ausente se vienen también las alzas y, claro, los desmanes. El salario mínimo sigue siendo mínimo y discutido por directores de gremios, sindicatos y autoridades que disfrutan de altos salarios, personas con pocas inquietudes económicas y poco conocimiento de la realidad de los millones que están ahí, enfiestados y adormilados. Por alto que sea el aumento del mínimo siempre será pírrico en una sociedad que se caracteriza por la inequidad y la injusticia. Algunos ejecutivos reciben, en las alzas de fin de año, mucho más que un salario mínimo, pero esto no es óbice para que expertos y analistas financieros piensen que en Colombia se paga un salario muy alto y que eso no permite que la economía avance. Casi nunca se dice que quienes tienen altos salarios son los que menos consumen y los que estancan el progreso, entre otras razones, porque son los que menos tributan. Ahí está el pérfido ejemplo de los parlamentarios.
El espíritu navideño no es más que una cortina de humo que aprovechan para acrecentar las desigualdades y las injusticias quienes, tras cada oración de amor al Niño Jesús están sumando, espiritualmente, las futuras ganancias, porque su avaricia es máxima. Sin duda, “Un espíritu ávido llega a encontrar alimento en una tierra árida”, decía Jacob Wasswermann. ¿Qué quiso decir el novelista alemán?
Por: Luis Fernando García Núñez