Tiempos turbulentos
Escrito por editorgeneral el 24 febrero, 2025
La incertidumbre ronda por este planeta. Los vientos de guerras y confrontaciones están ahí, y las expectativas crecen mientras el odio y las mentiras se multiplican avivadas por dirigentes sin escrúpulos y dispuestos a destruir cuanto se les oponga, como si los tiempos no hubieran cambiado, como si la civilización estuviera del lado del terror. Las redes sociales muestran, en primer plano, a miles de niños, de mujeres y de ancianos que están ahí, esperando su destino, transidos de horror. El drama apocalíptico de las guerras, la destrucción y el hambre no conmueven a unos líderes que no se ocupan, ni les importan, los millones de seres humanos desplazados y humillados que apenas piden pan y paz. Nada les importa a quienes se consideran dueños y señores de todo, de la vida y la dignidad de tantos pueblos arrastrados a la miseria y la muerte. Nada conmueve a estos hombres que viven en espléndidos palacetes fingiendo ser justos, que van de un lado para otro acompañados de cientos de escoltas y comodidades sin fin.
El drama es impresionante y el clamor llega de los cuatro puntos cardinales. Las divisiones entre extremos, izquierdas y derechas, liberales, conservadores y tibios, que no entienden los millones de sufrientes, se van dando con la misma mezquindad con que se negocian las compras de armas, y las grandes empresas de la tecnología dominan las libertades y perciben grandes ganancias, como las perciben las multinacionales de la farmacéutica, o los negocios fraudulentos de las criptomonedas que enriquecen a unos y dejan en la miseria a muchos, en ese juego atronador de poderes en que unos multimillonarios se han empecinado para lograr, como en una competencia, el primer lugar en esos dividendos infames que tantos crímenes arrastran y tantas oprobios producen. Y cualquiera que se salga de ese círculo pervertido es calificado de progresista, como si el progreso de los otros sea una maldición para unos pocos y sus arrodillados -y multiplicados- segundones. Ven bien al mentiroso, al taimado, al tramposo, al criminal, y claro, lo llevan en andas y lo idolatran.
“La compañía de los grandes no es nunca segura: si caen, nos aplastan; si se crecen, nos sofocan”, decía Antoine de Latour Chambly. Algunos, para concluir, los veneran con vergonzosa efusión porque, quizás, “La grandeza es solo una de las sensaciones de la pequeñez”, decía Bernard Shaw.
Por: Luis Fernando García Núñez