Honorato de Balzac, el gran escritor francés, decía acertadamente que “Jamás en la vida encontraréis ternura mejor, más profunda, más desinteresada ni verdadera que la de vuestra madre”. Y quizás decía poco. Todo lo que de ellas se diga es apenas un merecido elogio. Tantas cosas se han dicho que no serían suficientes las millones de páginas que se podrían escribir, y el mundo, con seguridad, no sería el mismo, pues sin ellas no se habría avanzado hasta donde hoy se ha llegado. La humanidad le debe todo a estos seres formidables y únicos que han recorrido, con tanta firmeza, los largos siglos durante los cuales han vivido profundas tristezas y espantosos dolores, pero también alegrías y triunfos. Ellas han sido testigos del devenir de las civilizaciones y han probado con valentía e inteligencia su amor por los pueblos. Algunas han sido soporte de grandes y portentosas luchas por la libertad y la dignidad de las naciones y otras pocas han sabido utilizar el poder para enriquecerse y profundizar los caminos del odio y el terror.
Pero las madres están ahí y muchas han tenido que sufrir los embates del terror y del hambre. Del horror de las injusticias, de la esclavitud y el racismo, del odio, del desaforado machismo y del autoritarismo, sin que la justicia haga mucho por preservar su dignidad y su vida. Incontables son las batallas que han librado con prodigioso valor… largas han sido sus luchas para exigir respeto, para pedir por la paz, para requerir por la vida de sus hijos, de sus esposos, para forjar las grandes esperanzas que las conmueven, como a todos, las esperanzas de un mundo mejor, armonioso, igualitario, capaz de trasformar la tristeza en felicidad y en amparo. En este mes, que es el de la virgen María para los católicos, es también el día de la madre y, con frecuencia, se cree que con solo comprar regalos es suficiente para resarcir los dolores que se les causa, cuando lo que ellas necesitan todos los días es amor y justicia.
Al final, además del inmenso cariño que se siente por todas las madres, es preciso recordar lo que otro escritor, el ruso León Tolstoy dijo en alguna ocasión: “Madres, en vuestras manos tenéis la salvación del mundo”. Muchos años de vida para ellas y un abrazo inmenso y afectuoso desde las ondas radiales de La Cometa.
Por Luis Fernando García Núñez
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