Prohibido prohibir, como en mayo del 68 en Francia, sería una fórmula más coherente con el justo discurrir de la humanidad. Son miles de años sometidos al vaivén de los intereses, de los designios que se van señalando, a veces sin razones precisas, sin motivos diferentes…, aunque detrás de cada censura están las voces del poder o los murmullos que hacen eco del desprecio al otro, la intransigencia temporal de algunas camarillas que gobiernan y no quieren que la realidad sea conocida o le temen a una verdad que les incomoda, como en los tiempos aciagos de la violencia, o en las épocas del nazismo o del estalinismo o del franquismo. Censurar es más que criticar, es más que formarse un juicio de algo, va más allá de los dilemas que atraviesan los humanos en un momento especial. La censura hace más fuerte lo censurado, suscita emociones y promueve su presencia. Los libros prohibidos fueron los más leídos y los más buscados, los más vendidos, como sucede con las películas, con la música, con el arte.
Educar para no censurar es el camino ideal. El conocimiento y la verdad resuelven las discrepancias que en todo tiempo han acompañado a la humanidad. La justicia, además, es el motor que transforma las otras formas de pensar y de ver, y con ella el mundo adquiere las herramientas ineludibles para que el imperio de la paz y de la armonía de los pueblos sea el que impere. Los pueblos se convierten entonces en fuentes de riqueza, de respeto por el medio ambiente, en lugares para vivir y ser felices, como lo señalan todos los mandamientos, como, de alguna forma, lo indica la Declaración Universal de Derechos Humanos que en el primer considerando de su preámbulo asegura “que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”, que le da sentido a la plena convivencia y respeto a las ideas de todos.
El historiador griego Polibio decía que “en general se advierte que los más arrojados para la censura son quienes cometen mayores faltas en su conducta personal”. Quizás en esa sentencia está dicho todo.
Escrito por: Luis Fernando García Núñez
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