Crisis sanitaria

Desde hace unos días San Gil y sus municipios cercanos sufren una grave crisis sanitaria. Una epidemia de gastroenteritis aqueja a muchas personas, sobre todo niños y niñas, que han tenido que soportar graves afectaciones a su salud. Y varias son las causas de este malestar, pero una, la más importante, tiene que ver con el agua potable que, como en alguna ocasión se dijo este espacio, es vital para la existencia humana. No es solo la posibilidad de acceder a este líquido, sino que este tenga los tratamientos exigidos para ser consumido por los humanos con sana tranquilidad. La triste historia del Fonce es uno de los tantos ejemplos de un río envenenado que se muere, sin que se asuman las responsabilidades de su cuidado y mantenimiento. Es grave porque, infortunadamente, este es el ejemplo de esa suma de actividades humanas que acaban no solo con los ríos y el medio ambiente, sino con la capacidad alimentaria de los pueblos.

Este río, que tanto le sirvió a Jorge Villamil para crear la hermosa canción “Si pasas por San Gil”, uno de los himnos de esta región, también dice que “se oye el grito de la rebelión que a esa tierra estremeció, grito de los comuneros…”. No es una convocatoria a la rebelión, sino un llamado urgente para que, precisamente, eso no produzca una revuelta o la situación sea aprovechada por los enemigos agazapados de la paz y la dignidad de los pueblos, que están deseosos de razones para destruir la tranquilidad y armonía de estas provincias santandereanas. Y, además, los llamados –tantos que se han hecho– por la protección de la escasa riqueza hídrica que queda, por la fauna y la flora, por el aire y para que el aterrador ruido que producen motociclistas, deje de ser otro de los conflictos que crean quienes no tienen sentido de ciudadanía y solidaridad con los vecinos ahogados en el escándalo innecesario de vehículos que no cumplen con los requisitos exigidos para transitar.

Bías, o Biante de Priene, uno de los siete sabios de Grecia, decía que “Uno de los dones de la naturaleza es disfrutar de buena salud; las riquezas son de ordinario efecto del azar”, juicio que pocos, en este mundo de la avaricia y el desprecio, podrán comprender con el amplio sentido que encierra.

Por: Luis Fernando García Núñez