Fin de año

Escrito por editorgeneral el 26 diciembre, 2023

Han pasado 365 días de un año, el 2023. Son 52 semanas, con sus domingos y días festivos. Los balances, que son importantes, no son los mejores. En el mundo el dolor que dejan las guerras y la pobreza extrema en que viven millones de seres humanos cuestiona profundamente al ser humano que es el artífice de los conflictos y que, a pesar de la inteligencia, de la que se enorgullece, no ha sido capaz de evitarlos. Dificultades de toda índole que no son atendidas a tiempo, o que no merecen el interés de la dirigencia mundial que solo espera grandes ganancias o réditos políticos para seguir en la cumbre del poder y los mercados. Cientos de miles de niños africanos, americanos, asiáticos no tienen los mínimos vitales para vivir como seres humanos, y sus posibilidades de tener una vida normal y humana no existen. Unos cuantos millonarios del mundo tienen la riqueza suficiente para que esos olvidados vivan mejor, como seres humanos y, hasta de pronto, ellos podrían ser más ricos, pero la avaricia y el desprecio son las pautas dominantes en los imperios de la riqueza estrafalaria y la mezquina ostentación.

Las grandes farmacéuticas ganan mil dólares por un dólar que inviertan en sus productos, y los precios de los medicamentos podría ser un 80% más baratos si la codicia no fuera el principio rector de esas empresas -que lo es en otras empresas, por ejemplo, las de los alimentos-. Las colosales ganancias de los fabricantes de armas, para no ir tan lejos, superan las de las exportaciones de países como Colombia, por el solo hecho de vender y llevar a los sitios en conflicto los inventos más extraordinarios para asesinar soldados y civiles en un lugar, destruir edificios y puentes, y desolar los campos y arruinar la vida de seres humanos que nada tienen que ver con esas pugnas que solo enfrentan a unos poderosos que no van a las batallas y viven en grandes y muy blindados palacetes del lujo y la perversión.

Así, pues, empieza un nuevo año, el 2024, bisiesto, del que infortunadamente poco pueden esperar los ciudadanos y ciudadanas del mundo: el egoísmo y la ambición están ahí y ese imperio es tan o más poderoso que el de los humanos. “Ser feliz, bien obrar y vivir bien son una misma cosa”, decía Aristóteles. ¡Feliz año!