Educación
Escrito por editorgeneral el 11 diciembre, 2023
Como en otras oportunidades las Pruebas Pisa volvieron a mostrar la crisis que vive la educación colombiana. Desde hace unos años la disculpa de la pandemia del Covid, que tanto ha servido para ocultar la ineficacia de una dirigencia que no supo, como lo hicieron otros, aprovechar esta situación y consolidar los avances para fortalecer una enseñanza más democrática y avanzada que, quiérase o no, se impondrá por muchas razones distintas a las sanitarias, y porque con ello se podrá formalizar una participación masiva y general para la que es necesario preparar a los maestros y a la sociedad. Mal en matemáticas, en ciencias y en lectura. Ni sumar y restar, ni el conocimiento de la naturaleza y la vida, ni leer lo que el mundo dice de la vida y su entorno están bien calificados en unas Pruebas que se han convertido, por fortuna, en un buen termómetro de los avances o retrocesos que vive una sociedad moderna, mal informada y mal acostumbrada por el despotismo.
Ya se oirá a los protagonistas hablar de educar en esa entelequia de los valores, y de hacerlo con sentido pedagógico y de entrega. Ya dirán que los jóvenes no leen, sin advertir que los que no leen son los adultos y, sobre todo, los profesores…, no solo los de primaria y bachillerato, sino los universitarios y los de academias especiales. Sin leer, sin comprender, sin una postura crítica y sin la capacidad de discernimiento, los alumnos no podrán avanzar en las múltiples (otro error fatal) asignaturas a las que están comprometidos en su diario quehacer. Poco se hace porque aprenda a pensar, poco se hace por oírlos y precisar cuáles son sus expectativas, sin saber qué quieren, sin respetar sus deseos y sus locuras. Es la crisis de los otros valores, muy distintos de esos que están en esos planes de educación sin sentido, perdidos en las fronteras del autoritarismo y el desprecio.
Siempre se estará a tiempo de revisar estos programas sin sentido histórico y humano, que no se atreven a buscar las otras fronteras de la educación y que huyen del progreso porque este puede, en forma definitiva, darle un vuelco a la intolerancia y el autoritarismo. Hacer humana la educación, para formar humanos convencidos. Quizás valga decir, como Víctor Hugo, que “No hay malas hierbas ni hombres malos: solo hay malos cultivadores”.
Por: Luis Fernando García Núñez