Fiesta

Llegaron los días más esperados del año, al punto que empiezan a sonar desde dos o tres meses antes. La algazara se toma los espacios del país y ya en noviembre los alumbrados y los árboles aparecen en terrazas y salas de muchas casas. Los gastos abruman, pero poco importan. Las deudas se podrán cancelar en algún momento. Luego vendrá la forma de pagarlas o de aplazarlas. Lo importante es estar ahí, huyendo de la realidad o reemplazándola. Casi está prohibido en sociedad atisbar los conflictos que acompañan esas largas jornadas y demostrar que hay problemas, porque los adjetivos hacen su aparición y a los preocupados les dirán aburridos o fastidiosos. Pero estos días, iniciados con tanta anticipación, le van quitando esencia a las verdaderas fechas, y van desmoronando la razón de las vacaciones que tan necesarias son para alcanzar la armonía y la salud, y le van sumando contrariedades y desatinos.

Cientos de disculpas se suman para entender la razón del jolgorio. Bazares, grados, verbenas, cumpleaños, primeras comuniones, matrimonios, encuentros y desencuentros se van dando en los primeros días, y luego el día de las velitas y las novenas, y la Navidad y el Año Nuevo, y el Día de Reyes y los santos inocentes, y las ferias… y pólvora y bebidas en grandes cantidades, y quemados y accidentes. Pero en estas fechas, precisamente, se decide el salario mínimo y centrales obreras, gremios y gobierno se reúnen para decidir la suerte de las clases asalariadas del país durante el año que en poco tiempo empieza. Nadie oye nada ni le interesa oírlo, no se sabe que es la inflación ni que es el IPC, ni que son las tarifas, ni el déficit, ni el superávit. Los pocos que lo saben no están en la fiesta, pero hacen bien los cálculos.

A los pocos días de culminada la fiesta todos se dan cuenta que el pasaje del bus vale más, que los peajes cobran una tarifa muy alta, que el arriendo se incrementa, que las matrículas y los materiales para estudiantes están por las nubes, y el predial, los intereses… Quizás tenga razón Anton Chejov “La felicidad no existe. Lo único que existe es el deseo de ser feliz”. De todos modos ¡Felices fiestas!

Por: Luis Fernando García Núñez