Los cargos de elección popular

Se avecinan las elecciones de mitaca. Gobernadores, alcaldes, diputados, concejales, ediles, deben someterse al veredicto de las urnas. Son cientos de candidatos en plena campaña y de todas las vertientes políticas; miles de propuestas y programas y eslóganes de toda índole: repetidos, ilegibles, divertidos, engañosos, disparatados, brillantes, sosos. Y un pueblo, entre apático y crítico, que no sabe qué camino tomar, a no ser que sea de las amigas, los amigos o promotores de un candidato que algo les ha ofrecido. Pocos saben la importancia de esta jornada y lo que ella significa para el país, un proceso en el que se decide la suerte y el futuro de los departamentos, las capitales y los pueblos de una república que, en su Constitución –la carta política que nos rige a todos sin prebendas y preferencias– dice que este es un Estado social de derecho. ¡Pocos saben qué es un Estado social de derecho!

Esta es una oportunidad para que el llamado constituyente primario –el pueblo–, tome decisiones acertadas y coherentes con sus deseos y sus necesidades. Es un momento especial para pensar en las regiones y para que los ciudadanos asuman la responsabilidad de sus entornos, y fortalezcan la unidad y la seguridad de su futuro, para que los jóvenes intervengan directamente en esa construcción y sean los forjadores de una sociedad justa, equitativa, segura, humana, con trabajo, salud y educación. Es el momento de cerrarle la puerta a las mafias corruptas que solo piensan en sus negocios particulares, en sus mezquinos intereses, sin tener en cuenta a quienes requieren de una especial mirada, por las tantas razones de inequidad que se conocen. Es un momento significativo para construir un país en el que todos gocen de los mismos privilegios, en el que el imperio de la justicia y la vida sean los faros luminosos que señalen el camino de la paz completa y la dignidad.

Al final dos máximas para que los lectores piensen en su histórico papel de votantes. La Bruyère decía “He aquí un motivo de error en la política: no pensar más que en sí y en el presente”. Gil Bejes Sampao aseguró “Cuando un político promete algo, hace como los niños: añade mentalmente, ‘si puedo’. Y tan tranquilo”.

Por Luis Fernando García Núñez