Un 23 de abril de 1616, hace ya 409 años, murió en Madrid, España, Miguel de Cervantes Saavedra el genial autor del Quijote, y en Córdoba, España, el no menos relevante Inca Garcilaso de la Vega, autor de los Comentarios reales y de la primera Historia general del Perú. Muchos han asegurado que ese mismo día, en Inglaterra, murió Shakespeare, pero esto no es cierto. Inglaterra no computó la reforma gregoriana al calendario romano, al que ya se le había impuesto la reforma juliana, hasta 1752. Por lo tanto, la fecha de la muerte del autor de Romeo y Julieta, de Hamlet, de El mercader de Venecia, de Otelo, fue unos días después, el 3 de mayo, también de 1616. Son tres acontecimientos significativos de la cultura literaria de Occidente de especial importancia para nosotros. También ese día, 23 de abril, nacieron –o murieron– otros escritores eminentes como Maurice Druon, K. Laxness, Vladimir Nabokov, Josep Pla, Manuel Mejía Vallejo, Marco Fidel Suárez.
Hoy nos interesa hablar del 23 de abril como día del idioma, pero ya tenemos un referente que es la muerte de Cervantes. En 1922 -ya fue el primer centenario-, se instituyó el “día del idioma”. Y a pesar de que fue en España, exactamente en Cádiz, un colombiano, el diplomático José María Pérez Sarmiento, fue el autor de la iniciativa, que acogió la Real Academia Hispanoamericana de Ciencias y Artes de Cádiz, y desde entonces es tradición celebrarlo en los pueblos de habla hispana. También es el día del libro y del bibliotecario.
La celebración del día del libro se remonta a principios de siglo. La historia del libro se hace festiva y surgen actividades literarias en toda España. El 23 de abril se celebra en todo el mundo, el día del libro internacional. El origen de esta celebración se remonta a 1926. Esta fecha tan simbólica para la literatura universal fue la escogida por la Conferencia General de la UNESCO para rendir un homenaje mundial al libro y sus autores, y alentar a todos, en particular a los más jóvenes, a descubrir el placer de la lectura y respetar la irreemplazable contribución de los creadores al progreso social y cultural.
La idea original de la celebración del Día del Libro partió de Cataluña, del escritor valenciano Vicente Clavel Andrés, proponiéndola a la Cámara Oficial del Libro de Barcelona en 1923 y aprobada por el rey Alfonso XIII de España en 1926. El 7 de octubre de 1926 fue el primer Día del Libro, poco después, en 1930, se instaura definitivamente la fecha del 23 de abril como Día del Libro que coincide con San Jorge, patrón de Alemania, Aragón, Bulgaria, Cataluña, Etiopía, Georgia, Grecia, Inglaterra, Líbano, Lituania, Países Bajos, Portugal, Eslovenia y México. Es tradicional regalar una rosa al concluir una lectura, evento o pregón y que los enamorados y personas queridas se intercambien una rosa y un libro.
El 23 de abril, día del idioma de toda la hispanidad —señalado oficialmente en Colombia por el Decreto 707 de 1938—, es también el día del bibliotecario, declarado así por la Asociación Colombiana de Bibliotecarios en su XXX reunión en 1958; es igualmente el día del libro en castellano, declarado así en el marco de la UNESCO por las delegaciones de los países de habla española y por el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina.
Escrito por: Luis Fernando García Núñez
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