El escándalo

El escándalo es bochornoso. El alboroto que produce, los tumultos y el ruido apenas son una parte de lo que esconde. Detrás del escándalo están también los más peligrosos despropósitos, y tras ellos el fin de destruir a una persona, a una familia, a una empresa, una idea o una misión. También se utiliza con el fin de entorpecer una tarea, buena o mala, en el momento más elevado del éxito y del aplauso. Sin duda, hay escándalos que se convierten en una cortina de humo para tapar alguna acción sórdida y tramposa, de esas con tantas pruebas que es difícil desvirtuarlas y lo mejor, entonces, es hacer ruido para arrinconarlas y desvirtuar la investigación, u ocultarla a los ojos aviesos de la sociedad. Son tantas y tan variadas las formas de esa batahola, y tan despreciables las iniquidades que encierra, que el ruido que producen puede someter a la víctima al desprecio del mundo, aunque luego se conozca la verdad.

Buena parte de las colectividades han tenido que soportar y conocer a esos expertos creadores de bullicios y, de paso reconocer que, por más que finjan o presuman escrupulosidad y que con tanto alboroto pregonen su honradez y su bonhomía, sean descarados promotores de la corrupción y de la deshonra. Siempre tienen los medios a su alcance para montar sus disparates, y el poder de volver escándalo lo que apenas es una investigación o una indagación, pero eso sí lo hacen en el momento oportuno en que se necesita esconder o pasar por alto una auténtica afrenta a la dignidad de un país o de una entidad o de una persona. Y los medios, siempre dispuestos por ellos, tienen el micrófono y el escenario para convertir en verdad lo que es todavía una mentira y una infamia. Los ejemplos cunden en esta maraña de intereses particulares, de odios viscerales, de desprecios de toda laya.

La Historia (con h mayúscula) tendrá en algún momento, tarde o temprano, el veredicto definitivo, la verdad absoluta. En tanto la humanidad podrá vislumbrar el camino, y quizás tener en cuenta esta definición de la Academia, de hace unas largas décadas: “La acción o palabra que es causa de que alguno obre mal, o piense mal de otro”. Sin duda, también asombro, pasmo, admiración, como dice el Diccionario de estos días, en una de sus acepciones.

Por: Luis Fernando García Núñez