Miles de conflictos por las tierras viven los santandereanos. Herencias mal tramitadas, compras y ventas ilegales, apropiaciones y negocios indebidos, cercas corridas, servidumbres mal trazadas, desconocimiento de las leyes y abusos de toda clase. Todos los conflictos que han sido motivo de violencias sin fin entre hermanos, tíos, padres, primos, vecinos y gobiernos que, infortunadamente, no han sido tratados con justicia y prontitud, y que han generado tantos problemas y han sido la causa de odios y arbitrariedades sin que la justicia actúe de forma coherente y definitiva. Esas mismas arbitrariedades no han permitido una repartición equitativa de las tierras y, por lo tanto, del desarrollo del campo y de la buena convivencia de los ciudadanos y ciudadanas del departamento. La historia de la tierra en Santander, y en Colombia, es dolorosa e injusta. Cuántas personas han sido víctimas del desplazamiento y del robo de sus predios mantenidos desde viejos tiempos, pero sin los documentos que la ley exige y que prueben la propiedad sobre ellos.
Al mismo tiempo la falta de planeación, y los intereses personales de codiciosos urbanizadores, funcionarios y tramitadores, hace que el crecimiento de los pueblos y las ciudades sea desordenado y no se prevean objetivamente las dificultades que se pueden tener con los servicios públicos, las vías de comunicación, las escuelas y los centros de salud, incluso la compra y venta de los productos requeridos para que los campesinos puedan vivir en armonía con la naturaleza y les sean reconocidos, con justicia, su trabajo y su dignidad. Las muy frecuentes dificultades de los ciudadanos con las autoridades para que sus predios puedan ser reconocidos legalmente, y la debida justicia en los impuestos prediales que se deben pagar, hacen que los inicios de cada año sean difíciles y llenos de tensiones porque, con un cinismo desbordado, envían recibos por millonarios impuestos a los ciudadanos que menos tienen mientras liberan de estos a clubes sociales y acaudaladas empresas o personas, a veces sin el menor reparo en la injusticia que se comete.
Sin duda, como decía Joan Báez, hay que darle prioridad a la vida “sobre todas las cosas: sobre la tierra, el dinero, las promesas, sobre todas las cosas”, y todos los seres humanos, queramos o no, estamos ligados a la tierra porque “la vida del hombre es una continua guerra en la tierra”, decía Juan Luis Vives.
Por: Luis Fernando García Núñez