Varios son los significados de la palabra remedio y muchos los efectos que produce. Reparación es uno de los sinónimos más atrayentes por su complejidad semántica, pero no se puede olvidar que el remedio es un “medio que se toma para reparar un daño o inconveniente” o una “enmienda o corrección”, un “recurso, auxilio o refugio” o “aquello que sirve para producir un cambio favorable en las enfermedades”. Solo la variedad de sentidos indica los altos grados que las palabras han “tomado” a través de los tiempos, y según los acuerdos que los hablantes van dando en algunos momentos de la historia. Detrás de los remedios están los pacientes que los requieren si se profundiza en la validez que el lenguaje tiene para ahondar en los instrumentos de comunicación de las sociedades a través de los tiempos. Es una búsqueda curiosa y atenta cuando se indagan los símbolos o los alfabetos usados por la humanidad para comunicarse y trascender.
Pero hace falta acercarse más al lenguaje y recuperar completas las competencias expresivas que, con frecuencia, unos pocos han borrado para que la memoria no altere las narrativas que los poderosos quieren difundir con bombos y platillos, casi siempre sin el consentimiento de la sociedad y tajantamente alejados de la verdad y la razón. La inmensa mayoría de los habitantes del planeta no tienen acceso a los remedios o son engañados con placebos que tienen el propósito de producir efectos favorables en los enfermos, que con frecuencia han sido convencidos de que esa sustancia tiene poderes curativos. Pero los grandes laboratorios, que por cada dólar invertido ganan mil, cumplen ese fin de monopolios multinacionales que proveen los medicamentos de la humanidad a altísimos precios y casi siempre sin efectos duraderos y definitivos. Son miles las denuncias entabladas contra estas industrias de la salud por no cumplir con la misión establecida al inicio de sus oscurecidos negocios, y tienen en todas partes sus equipos de lobby -grupos de presión-, que se oponen a las reformas que puedan equilibrar un poco el ya desequilibrado objetivo de vivir de la salud de los humillados.
Como decía Diego Saavedra Fajardo, “El no esperar remedio, ni desesperar de él, suele ser el remedio en los casos desesperados”. O agregar esta optimista sentencia de Hipócrates “A grandes males, grandes remedios”. Hoy ¡casi imposible!
Por: Luis Fernando García Núñez