Semana Santa

Fotografía: Yamileth Giraldo González

La semana para la reflexión es para descansar, viajar, gastar, consumir y divertirse, aunque habrá quienes vayan a misa y asistan a una procesión, como parte del paseo. Incluso algunos llevarán palmas el Domingo de Ramos a pesar de la prohibición -como echar pólvora en diciembre-. Así, sin pensar en la desolación de la Tierra, a pesar de los abusos al medio ambiente. A pesar de las incertidumbres, millones de personas olvidan que son directos responsables de la crisis climática, porque la irresponsabilidad produce tanto mal como la guerra que unos pocos poderosos alientan por encima de la razón y del amor a los pueblos. Miles de desplazados, millones de hambrientos, niños y niñas abandonados, ancianos sufriendo la soledad y el hambre, cientos de enfermos esperando el aliento de sus remedios…

Es dramática la historia de los pueblos. El odio y la avaricia, el poder y la adulación hacen cada día más difícil la paz y la vida sin tropiezos. Por encima de los intereses colectivos están los de unos pocos opresores que niegan la existencia de millones que  requieren de la atención y del cariño y respeto que merecen por ser hijos de Dios y hermanos de todos. El papa Francisco lo ha dicho en la homilía de este domingo 2 de abril cuando habla del amor de Jesús: “Es un amor de piedad, de ternura, de compasión. Cristo abandonado nos mueve a buscarlo y amarlo en los abandonados. Porque en ellos no solo hay personas necesitadas, sino que está Él, Jesús abandonado, Aquel que nos salvó descendiendo hasta lo más profundo de nuestra condición humana. Está con cada uno de ellos, abandonados hasta la muerte”.

Y agrega: “Pienso en aquel hombre llamado ‘de la calle’, alemán, que murió bajo la columnata, solo, abandonado. Él es Jesús para cada uno de nosotros. Muchos necesitan nuestra cercanía, muchos abandonados. Yo también necesito que Jesús me acaricie y se acerque a mí, y por eso voy a buscarlo en los abandonados, en los solitarios. Quiere que cuidemos de los hermanos y de las hermanas que más se asemejan a Él, en el momento extremo del dolor y la soledad. Hoy hay tantos ‘cristos abandonados’”. Son cientos de seres humanos ignorados, discriminados, ofendidos, estigmatizados, desaparecidos, hambrientos, detenidos sin juicio… ¡Sí, Dios mío, Dios mío, porque nos has abandonado!

Por Luis Fernando García Núñez